sábado, 26 de julio de 2008

Desde Izcuchaca con amor

26-Julio-2008

Salimos de Cuzco (3350 m) en bici y con muuucha calma subimos hasta un collado a 3800m, con parada en las ruinas incas de Sacsaihuaman. Después vino una larga y preciosa bajada de 1000 m hasta el valle sagrado que esta a 2800 m. Es un valle bonito, muy rural, con muchas ruinas incas y pueblitos agradables. LLegamos cuando recogían el famoso mercado de Pisac.

Al día siguiente pedaleamos todo el valle hasta el final de la carretera en Ollantaytambo, todo un placer por una carretera increíblemente llana. Este pueblo aún conserva la estructura de ciudad inca y unas ruinas muy interesantes.

De ahí salimos hacia el gran negocio de Machu Pichu: primero un tren de Ollantaytambo a Aguas Calientes 60 eurazos i y v, tarda unas 2 horas. A Aguas Calientes solo se puede llegar en tren o caminando. El tren es un monopolio de una empresa inglesa-peruana. Después dormir en Aguas Calientes, que es una especie de Benidorm en versión andina y sin mar, todo hoteles, restaurantes, tiendas, todos venden algo, y todo es mas caro que en cualquier otro sitio. A levantarse a las 4:30 de la mañana para coger la primera tanda de buses a las 5:30. Suben 8 Km por una pista zigzageante y te cobran 10 E i y v. En la parada hay hordas de turistas, aparecen nada menos que 22 autobuses puntuales y numerados. Las hordas subimos en ellos ordenadamente. Claro que nos preguntábamos que como habían llegado esos autobuses, y tantas cosas más que satisfacen a los turistas y a los locales, a ese pueblo sin carretera. La respuesta oficial es que todo llega en tren, aunque nosotros pensamos que debe existir una carretera secreta de la que no pueden hablar a los turistas.

Por fin en las puertas de Machu Pichu, a las 6 de la mañana con unos 600 tíos más. Entrada 40 E. Y todo esto se paga en Soles o en Dólares, nada de Visa ni de Euros.

A pesar de las hordas de gentes, y de las miles de fotos que hemos visto de Machu Pichu, el lugar es impresionante, tanto por las ruinas como por su enclave en lo alto de la montaña. Disfrutamos como enanos paseando entre templos y edificios semiderruidos, y escuchando aquí y allá explicaciones de guías de otros grupos. También subimos una pequeña montaña, el Wuayna Pichu, que te permite ver la ciudad desde arriba. Estos incas eran unos fieras del diseño.

Vuelta a Ollantaytambo en tren y de ahí a pedalear. Retrocedemos medio valle sagrado y cogemos un desvió hacia Chinchero. Son 1000 m de subida, hasta 3800 m, la pendiente es suave y con paciencia vencemos a la altura sin problemas. Los paisajes son espectaculares, se combinan los campos de cultivo de cereales secos de un intenso amarillo con los montañones de seismil metros nevados al fondo. El cielo es limpio y de un azul intenso, hay algunas nubes que están muy bajas, o más bien nosotros estamos muy altos. Nos cruzamos con muchos campesinos, las mujeres visten las faldas tradicionales y el bombin encima de largas trenzas. Las casas sencillas, de adobe, y con grandes pintadas electorales de los candidatos que se presentaron a las alcaldías.

Pasamos un par de días en Chinchero, noches de frío y poco oxigeno. Un pueblo muy bonito, también con ruinas. Nos acercamos en taxi a las ruinas de Moray, unas terrazas a distintas alturas en semicírculo, que, según dicen los expertos, era un laboratorio agrícola donde los incas experimentaban distintos cultivos a diferentes temperaturas. Visitamos unas salinas que datan de antes de los incas, constituídas por cientos de pequeñas piscinas construidas en la ladera de una montaña a través de las que circula agua de un río salado y la sal va precipitando. Un lugar de lo más curioso. También fue curioso el taxi. Son Toyotas rancheras que circulan por la carretera a modo de autobuses locales, de los que se sube y baja gente continuamente. En uno llegamos a ver ocho personas en el asiento de atrás, dos en el de alante, y al menos cinco en el maletero.

En Chinchero tuvimos la suerte de presenciar el desfile de las fiestas patrias, donde a ritmo de banda, y con comentarios por megafonía exaltadores de la municipalidad, desfila TODO el pueblo con sus mejores galas: los niños de uniforme, los campesinos con sus ponchos, las señoras con el bombín, las faldas y los bebes a la espalda, los ingenieros de traje y con casco, los obreros, los tractores, etc, etc. Divertidísimo. Después comimos, ellos y nosotros, truchas y carne que cocinan los niños para sacar dinero. De postre todo el pueblo, hombres y mujeres por igual, se pone a beber minis de chicha, una bebida rosa procedente de la fermentación del maíz.

Hoy hemos salido de Chinchero, vamos camino a Abancay. Hemos parado en Izcuchaca, un pueblo sin encanto, a comprar una rueda para la bici de Walter, que se le están rompiendo muchos radios.

domingo, 20 de julio de 2008

Desde Cuzco con amor

20-Julio-2008

Cuzco es un lugar especial. Fue el centro del Imperio Inca, del que quedan pocos vestigios, y en su lugar un montón de iglesias impresionantes construidas sobre sus cimientos por los conquistadores españoles.

Tras el descubrimiento de las ruinas de Machu Pichu en 1912, se convirtió en un importante centro turístico. Está lleno de hordas de turistas, y todo lo que ellos (nosotros) conllevan: tiendas de artesanía, hoteles, internet, restaurantes, masajes, agencias de viajes aventura organizados, etc, etc. También muchas mujeres vestidas al estilo tradicional.

LLevamos cuatro días aquí, adaptándonos a la altura (unos 3350 m), al frió en cuanto se pone el sol, a los días cortos (anochece a las 6), a los modismos del idioma, y al nuevo grupo.

Sobre la altura, dicen que el truco es hacer todo muy despacio. El primer día cada vez que subíamos escaleras, aunque fuera despacio, se nos salía el corazón por la boca, el cuarto ya se queda el corazón a mitad del esófago. Veremos si somos capaces de montar en bici. A ratos nos duele un poco la cabeza, y por lo demás bien.

La llegada y el reencuentro fue un tanto accidentado. El Estimado y yo volamos desde Seattle, donde nos hicieron pagar una pasta por traer las bicis. Además debimos caerle fatal a la azafata, porque nos seleccionó para ser inspeccionados, nos cachearon y nos registraron las mochilas pasando papelitos impregnados en algo por los móviles, las cámaras, etc. También inspeccionaron las bicis. América...

Inma y Raquel volaron desde Madrid. Allí les cobraban dos pastas por traer las bicis, decidieron dejarlas en casa. Mientras ellas volaban nos informamos de que les cobraban de más. Así que al día siguiente volaron Joseba y Walter desde Madrid trayendo sus bicis y la de Raquel.

Cuando nos juntamos aquí lo primero fue conseguir una bici para Inma. En Sudamérica también todo es posible, algunas cosas mucho más posibles que en Norteamérica. Fuimos a un puesto de un mercado donde una señora llamada Evangelina vende piezas de bicis (piratas) y elegimos todas una a una, para que después un tal Wilfredo montara la bici. Lo más chungo fue conseguir adaptar un extraño transportín, para lo que tuvimos que ir a una tornería a que soldaran una pieza. Todo por unos 220 E. La bici tiene buena pinta, aunque en cuanto la han visto en nuestro hotel nos han dicho que todo es de contrabando.

Hoy hemos sacado las bicis del resto de las cajas y las hemos preparado, hemos comprado gasolina para la cocina y hojas de coca para combatir los efectos de la altura. Mañana salimos hacia el valle sagrado en dirección a Machu Pichu.

martes, 15 de julio de 2008

Desde Seattle con amor II

15-Julio-2008

Vamos haciendo las Américas, se acaba nuestra etapa en el Norte, tras 1300 Km (Antonio) y 900 Km (la Princesa), estamos a punto de salir para el Sur. Hemos vuelto a hacer el equipaje, con las compras nuestras cosas se han multiplicado y hemos decidido dejar aquí todo lo no indispensable. Las bicis están metidas en cajas, las "alfonsas" en una bolsa de los chinos, y los nervios a cien.

Hemos quedado en Cuzco con Inma y Raquel mañana, y con Walter y Joseba pasado. Las últimas horas han sido estresantes, con intercambio de mensajes y llamadas. Inma y Raquel tuvieron problemas al llegar a Barajas con las bicis, les querían cobrar una millonada por llevarlas y decidieron dejarlas en Madrid. Así que van rumbo a Cuzco sin bicis y con alforjas, a ver si allí pueden comprar o alquilar algunas. Aventura, aventura...

Los últimos días los he pasado en Vancouver en casa de Paul con un tiempo maravilloso, viendo viejos amigos a mi exjefe que me citó a comer alucidad, a las 11:15!, bicicleteando por bosques y playas, barbacoas, comiendo sushi y comida india, vida de lujo, como dice Pierrot. Antonio ha estado recorriendo islas en bici. Al safari hemos añadido: por parte de Antonio orcas desde el ferry y por mi parte bald eagles, focas, garzas, cormoranes y patos.

jueves, 3 de julio de 2008

Desde Banff con amor


3-Julio-2008

Esto es Banff, el principal pueblo de las Rocosas canadienses, muy mono y muy “touristic”. Parada obligatoria para supermercado, internet y lavanderia.

Estuvimos tres días en Lake Louise, uno de descanso y dos haciendo montaña por sitios espectaculares. Llegamos en bici a Field, una especie de pueblo de cuatro casas dentro del Parque Nacional de Yoho, donde nos juntamos con Pierrot, que llegó en su coche desde Vancouver. Planificamos la ruta en torno a la gran final de fútbol, para estar el domingo cerca de una tele. Antonio se fue a ver el partido con su camiseta roja a un bar lleno de alemanes, mientras que Pierrot y yo, también con la camiseta roja, nos fuimos a subir una montaña. Gran celebración a la vuelta.

Subimos a acampar en la base de la cascada Takaka, la más alta de las Rocosas, alucinante lugar para dormir. Allí hay un camping de los que llaman primitivos, es decir, que no hay ningún guarda, se paga poniendo el dinero en un sobre, se saca agua de un pozo que hay que hervir antes de beber, y los servicios son pit-toilets: un agujero en el suelo y encima ponen una casita con un vater, cuyo contenido es aspirado periódicamente por un camión.

Caminamos la ruta del Iceline, que bordea glaciares, cruza morrenas y atraviesa bosques, y recorrimos la zona protegida del lago O'Hara, que fue lo más de lo más, el día más espectacular de toda mi vida montañera, un sitio alucinante. Vamos, que dudo que haya algún lugar que me guste más y ya no se si ir a Perú o a Nepal...

Dejamos el coche de Pierrot aparcado en Lake Louise y nos montamos de nuevo en nuestras bicis: más montañones, más ríos, más cañones, más bosques, más Amish, y más animales, apuntamos dos coyotes a la lista. Así hasta Banff.

Desde que ha llegado Pierrot estamos acampando en los campings de los parques nacionales, que no tienen nada que ver con los nuestros, ya nos olvidamos de los hostels. Tenemos que guardar la comida en casitas preparadas para ello, para que el olor no atraiga a los osos. No los hemos vuelto a ver, estamos más al sur y la nieve mucho más alta. Han debido subir a las partes altas, pero pueden aparecer en cualquier momento, y no podemos olvidarnos de las precauciones, incluso uno de los campings tenia una valla electrificada.

Seguimos con un tiempo buenísimo, algunos días hemos tenido incluso 30 C. Nos reimos mucho con Pierrot que se pasa el día practicando su particular español con expresiones como: "que suerte somos", "cuánta verdura", "somos los mejores", "qué fenomenal", a las alforjas las llama a veces alfombras y otras veces alfonsas, y a nosotros nos llama "la Princesa" y "el Estimado Antonio".