miércoles, 10 de septiembre de 2008

Desde Tingo Maria con amor

10-Septiembre-2008

Chavinillo fue el último pueblo andino donde dormimos, de ahí nos quedaban un par de subidas, de 3500 a 4000, bajada cansadísima por pista a 2000 hasta Huánuco, ciudad hiper-ruidosa llena de tragamonedas, pollerías y chifas (restaurantes chinos) de la que salimos rápido. Asfalto!!! llevamos las bicis a lavar a mano con jabón por 0,30 E, parecían otras!

Última subida a 2.800 m por otro de esos valles en tonos ocres, hasta un túnel, a cuya salida nos esperaba un mundo nuevo: la selva, con un espectacular paisaje de montañas cubiertas de arriba abajo de bosques verdes. La vertiginosa bajada hasta Tingo María desde 2800 a 800 m en unos 80 Kms fue nuestra recompensa a tantos metros subidos, placer divino. La vegetación es espléndida y desconocida, caen cascadas de agua de las montañas como cortinas que nos recuerdan la peli de La Misión, se cruzan pájaros de todos los colores, y lo más llamativo es el sonido de la selva, multitud de pájaros e insectos invisibles chillando a la vez.

Casas dispersas, ya no son de adobe sino de madera y bambú, la gente es diferente, nos parece otro país. Perú geográficamente se divide en costa, sierra y selva. LLevamos todo este tiempo en el sector sierra y ahora el cambio es evidente. La gente es físicamente mas estilizada y más guapa, parecen del sudeste asiático, también más abiertos, se acabaron las varias faldas unas encima de otras de las cholitas de los Andes, estas mujeres visten como las cubanas.

Nosotros aquí no somos 'gringos' ni 'turistas', sino 'pishtacos', que según los describe Vargas LLosa en 'Lituma en los Andes' son algo así como sacamantecas, tienen pinta de extranjeros y sacan la manteca de la gente. Ahora llaman así a los que roban niños para sacarles los órganos y llevarlos al extranjero, se han dado casos recientemente por aquí. O sea, que no nos mola nada lo de escuchar 'pishtacos, pishtacos' continuamente.

Anochecía y llegamos a un pueblo cerca de Tingo María desde el que viajamos en camión hasta nuestro destino.

Tingo María es calor, es lluvia tropical, es color en sus mariposas y sus flores, es exhuberancia en la vegetación y las mujeres, es alegría en sus gentes y decadencia en sus casas. Es el límite de la selva y de las plantaciones de coca, de hecho es la coca lo que mantiene la ciudad. Aquí todo convive. Para nosotros es poner una guinda deliciosa a nuestro viaje.

Nuestro pequeño paraíso es Villa Jennifer, un hotel fuera del pueblo, en una gran finca en la selva, con pocas habitaciones en pequeñas casitas blancas. Tiene 2 pequeñas piscinas, hamacas por todas partes, un minigolf, un pequeño zoológico con monos, tortugas, lagartos y un tigrillo, mesa de ping pong, una colección de 250 pelis, una comida buenísima, qué mas podemos pedir? Los dueños son un matrimonio danes-peruana que nos tratan fenomenal, somos casi los únicos huéspedes. Nada más llegar sacamos del fondo de las alforjas el pantalón corto y el bañador y guardamos el plumas. LLevamos 3 días sesteando en la piscina mientras escuchamos los pájaros y los monos que se pasean sobre nuestras cabezas, comiendo cosas buenísimas, zumos... Por las mañanas hemos salido a dar paseos por la selva, a ver cataratas, la gran variedad de árboles, una cueva habitada por 4000 aves nocturnas, el zoológico de la Universidad... En realidad no es la selva amazónica llena de mosquitos, barro y enormes árboles, esto es más bien lo que se llama rainforest, donde no hay casi mosquitos y la temperatura es muy agradable.

Así podríamos seguir mucho tiempo más, pero ya hemos llegado casi al final de nuestro hacer las Américas. Mañana empieza el largo camino a casa que nos llevará casi una semana: Lima, reencuentro con Jose Luis y M. Jesús a su vuelta de Cuzco, México DF, Seattle, fin de semana en casa de Pierrot, Philadelphia y finalmente Madrid. Después vendrá Nepal, pero eso ya será otro viaje.

Espero que os hayan gustado mis pequeñas crónicas y que os animen a visitar estos lugares. Yo me llevo multitud de imágenes de paisajes y gentes increíbles, Canadá siempre bella y salvaje, y el Perú impresionante y exagerado en sus contrastes. También muchos recuerdos de todo lo vivido con los amigos con los que he compartido este viaje y gracias sobre todo a Antonio, que me ha aguantado durante más de 90 días viajando juntos (y sin discutir ni una sola vez!), y que es un excelente compañero.

No pienso comer arroz ni patatas en mucho tiempo, mamá si lees esto hazme gazpacho por favor!

viernes, 5 de septiembre de 2008

Desde Chavinillos con amor

5-Septiembre-2008

Tras la partida de Inma y Raquel el último día de convivencia de los 6 restantes fuimos a visitar las ruinas de Chavín, a 100 Km de Huaraz,en una excursión turística. Se trata de una cultura muy anterior a los incas que desarrollo construcciones muy diferentes. Fue realmente interesante.

Siguieron las tristes despedidas, Antonio y yo nos quedamos solos de nuevo. Nos quedaban 10 días en Perú y decidimos tomar rumbo Este hacia Tingo María en la selva, a 600m de altitud. Salimos de Huaraz con nuestras bicis y las alforjas llenas de comida (por fin encontramos pan de molde y peanut butter). Para cruzar al otro lado de la Cordillera Blanca tomamos una pista poco transitada que pasa al pie del nevado Pastoruri. Teníamos que subir 1000 m hasta más de 4.800. La pista era a ratos tan infame como aquella que hace ya mucho tiempo nos llevó hacia Ayacucho. El paisaje mucho más inhóspito, sin pueblos, sin gentes, sin árboles, pero también más impresionante, siempre con los nevados a la vista. En el Km 13 está la casa de los guardas del Parque Nacional. Hay una barrera cerrada, ya que no hay acuerdo entre el parque y los comuneros y no dejan pasar a vehículos. Por ir en bici, y tras una propina obligatoria, nos dejan pasar. Sigue la subida, piedras y más piedras, pinturas rupestres, manantiales de agua ferruginosa, una especie de cactus gigantes aluinantes llamados Puyas, algunas chozas muy primitivas dispersas de campesinos, vacas, ovejas, un par de llamas... cada vez más alto, y Antonio empieza a sentir la altura, vemos el final de puerto, quedan 200 m de desnivel y 5 Kms, pero las fuerzas le fallan, tiene tos y sueño, y se hace tarde, decidimos dar la vuelta y bajar todo lo posible antes de que anochezca. Acampamos, estamos sólos bajo un cielo estrellado maravilloso y a la vez indescifrable por ser del hemisferio sur. Dormimos mucho y por la mañana una vez más todo congelado, hasta el aceite de oliva y el agua de nuestras cantimploras.

Mientras recogemos la tienda vemos un colectivo (furgoneta de transporte público) subir por la pista, y pensamos que habrá otros más tarde en los que subir el puerto. Bajamos más hasta el puesto de los guardas en el Km 13. Nos dicen que sólo hay un colectivo al día, el que hemos visto, y que nadie más pasa por allí porque está cerrado. Son las 10 am. Crisis. Qué hacemos? volver a Huaraz? Abandonar el plan selva y pedalear rumbo oeste a la playa (es invierno) y a las ciudades del Norte? al final decidimos mantener el plan original, la selva nos llama más, y quedarnos a dormir con el guarda para subir el puerto en el colectivo al día siguiente. Nos dejan la sala de exposiciones para dormir.

Lo que amenazaba con ser el día más aburrido de nuestras vidas acabó siendo de lo más divertido. Pasaban las horas y empezaron a aparecer gentes: una niña con una ovejita que había perdido el colectivo para bajar. Un campesino cargando varios sacos que tras 6 meses re-solo en las alturas cuidando de su ganado bajaba a su pueblo. Un camión medio blindado de turistas alemanes que querían entrar en el parque a ver las puyas. Hubo conversaciones, suponemos que propinas también, y les dejaron entrar. Después apareció un tour en bici de una empresa holandesa que hacen el recorrido Quito-Ushuaia en 4 meses, son 12 clientes que pagan una millonada por llevar 6 personas de apoyo (2 guías, 2 cocineras, un mecánico, un enfermero), con 2 vehículos de apoyo, vamos como nuestro treking pero a la europea. A estos no les dejan pasar hasta el día siguiente y tienen que acampar allí. Ya tenemos compañía, nos invitan a cenar, nos dan mucha información de la ruta que nos espera, y al día siguiente por la mañana nos suben el puerto en su 4x4. Buena gente.

Una vez arriba pedaleamos 20 Km por la pista a más de 4.800 m, y nos quedamos boquiabiertos, se nos acaban los adjetivos para describir el lugar, paramos continuamente a hacer fotos, estamos extasiados, lo más bonito que he visto en Perú desde mi bici, montañas de todos los colores, nevados de 5.000 m que están ahí mismo, con un poco de tiempo podríamos subirlos fácilmente, echamos de menos a Ramón para que los identifique, hasta vemos vicuñas salvajes. Y esa sensación de estar sólos. Al final de la pista nos alcanzan los holandeses que se habían subido todo en bici, van sin peso y hacen el doble de distancia que nosotros cada día, así que no les volveremos a ver. Despedidas y Thank yous again.

Después viene una gran bajada por paisajes mineros, la principal riqueza de Perú. Pasamos por La Unión y visitamos las ruinas de Huanuco Pampa. Vuelta a los escenarios rurales, al "Hola Gringos, dónde van?, de dónde vienen?, no se cansan?", las casas de adobe, los eucaliptos, a estar siempre cubiertos de polvo en la pista. Subir y bajar, pero ya bajamos más que subimos, los grandes Andes quedaron atrás.

Y así, llegamos ayer tarde a un pueblín de lo más anodino en un paisaje poco llamativo junto al río Marañón, donde nos dicen que hay un español que vive en una tienda de campaña junto al río desde hace unos meses y que podemos acampar allí con él. Nos esperamos un hippie, y lo que nos encontramos es a José, un empresario andaluz cincuentón, que un día desde su despacho se metió a ser distribuidor de Herbal Life (algo así como Avon llama a tu puerta pero con complejos nutricionales), aplicó su experiencia empresarial y sus contactos y se ha hecho millonario (acreditado), vendió su empresa de telecomunicaciones, se olvidó del despertador, y se vino a Perú a vender Herbal Life. Con los beneficios se dedica a comprar terrenos a orillas del río Marañón y está montando una planta de extracción y procesamiento de oro. Dice que el río está lleno. Flipante! todo esto desde una tienda de campaña. También está montando una piscifactoria de truchas, un invernadero, y pronto un hotel de lujo con helipuerto para sus amigos millonarios. Su socio es un peruano que ha sido torero, escritor, y que estuvo a punto de ser ejecutado por Sendero. Una velada de lo más interesante.

Esta mañana al despedirnos nos ha hecho tragar varias pastillas de colores de Herbal Life: vitaminas, guaraná, y a mí una pócima con efectos similares al Red Bull. El resultado ha sido que como el guaraná es diurético hemos tenido que parar cada hora, y creíamos que nos íbamos a deshidratar. Y yo, al final del día subiendo casi dejo atrás a Antonio. Será que funcionan las pastillitas?? Quién quiere hacerse millonario?