viernes, 5 de septiembre de 2008

Desde Chavinillos con amor

5-Septiembre-2008

Tras la partida de Inma y Raquel el último día de convivencia de los 6 restantes fuimos a visitar las ruinas de Chavín, a 100 Km de Huaraz,en una excursión turística. Se trata de una cultura muy anterior a los incas que desarrollo construcciones muy diferentes. Fue realmente interesante.

Siguieron las tristes despedidas, Antonio y yo nos quedamos solos de nuevo. Nos quedaban 10 días en Perú y decidimos tomar rumbo Este hacia Tingo María en la selva, a 600m de altitud. Salimos de Huaraz con nuestras bicis y las alforjas llenas de comida (por fin encontramos pan de molde y peanut butter). Para cruzar al otro lado de la Cordillera Blanca tomamos una pista poco transitada que pasa al pie del nevado Pastoruri. Teníamos que subir 1000 m hasta más de 4.800. La pista era a ratos tan infame como aquella que hace ya mucho tiempo nos llevó hacia Ayacucho. El paisaje mucho más inhóspito, sin pueblos, sin gentes, sin árboles, pero también más impresionante, siempre con los nevados a la vista. En el Km 13 está la casa de los guardas del Parque Nacional. Hay una barrera cerrada, ya que no hay acuerdo entre el parque y los comuneros y no dejan pasar a vehículos. Por ir en bici, y tras una propina obligatoria, nos dejan pasar. Sigue la subida, piedras y más piedras, pinturas rupestres, manantiales de agua ferruginosa, una especie de cactus gigantes aluinantes llamados Puyas, algunas chozas muy primitivas dispersas de campesinos, vacas, ovejas, un par de llamas... cada vez más alto, y Antonio empieza a sentir la altura, vemos el final de puerto, quedan 200 m de desnivel y 5 Kms, pero las fuerzas le fallan, tiene tos y sueño, y se hace tarde, decidimos dar la vuelta y bajar todo lo posible antes de que anochezca. Acampamos, estamos sólos bajo un cielo estrellado maravilloso y a la vez indescifrable por ser del hemisferio sur. Dormimos mucho y por la mañana una vez más todo congelado, hasta el aceite de oliva y el agua de nuestras cantimploras.

Mientras recogemos la tienda vemos un colectivo (furgoneta de transporte público) subir por la pista, y pensamos que habrá otros más tarde en los que subir el puerto. Bajamos más hasta el puesto de los guardas en el Km 13. Nos dicen que sólo hay un colectivo al día, el que hemos visto, y que nadie más pasa por allí porque está cerrado. Son las 10 am. Crisis. Qué hacemos? volver a Huaraz? Abandonar el plan selva y pedalear rumbo oeste a la playa (es invierno) y a las ciudades del Norte? al final decidimos mantener el plan original, la selva nos llama más, y quedarnos a dormir con el guarda para subir el puerto en el colectivo al día siguiente. Nos dejan la sala de exposiciones para dormir.

Lo que amenazaba con ser el día más aburrido de nuestras vidas acabó siendo de lo más divertido. Pasaban las horas y empezaron a aparecer gentes: una niña con una ovejita que había perdido el colectivo para bajar. Un campesino cargando varios sacos que tras 6 meses re-solo en las alturas cuidando de su ganado bajaba a su pueblo. Un camión medio blindado de turistas alemanes que querían entrar en el parque a ver las puyas. Hubo conversaciones, suponemos que propinas también, y les dejaron entrar. Después apareció un tour en bici de una empresa holandesa que hacen el recorrido Quito-Ushuaia en 4 meses, son 12 clientes que pagan una millonada por llevar 6 personas de apoyo (2 guías, 2 cocineras, un mecánico, un enfermero), con 2 vehículos de apoyo, vamos como nuestro treking pero a la europea. A estos no les dejan pasar hasta el día siguiente y tienen que acampar allí. Ya tenemos compañía, nos invitan a cenar, nos dan mucha información de la ruta que nos espera, y al día siguiente por la mañana nos suben el puerto en su 4x4. Buena gente.

Una vez arriba pedaleamos 20 Km por la pista a más de 4.800 m, y nos quedamos boquiabiertos, se nos acaban los adjetivos para describir el lugar, paramos continuamente a hacer fotos, estamos extasiados, lo más bonito que he visto en Perú desde mi bici, montañas de todos los colores, nevados de 5.000 m que están ahí mismo, con un poco de tiempo podríamos subirlos fácilmente, echamos de menos a Ramón para que los identifique, hasta vemos vicuñas salvajes. Y esa sensación de estar sólos. Al final de la pista nos alcanzan los holandeses que se habían subido todo en bici, van sin peso y hacen el doble de distancia que nosotros cada día, así que no les volveremos a ver. Despedidas y Thank yous again.

Después viene una gran bajada por paisajes mineros, la principal riqueza de Perú. Pasamos por La Unión y visitamos las ruinas de Huanuco Pampa. Vuelta a los escenarios rurales, al "Hola Gringos, dónde van?, de dónde vienen?, no se cansan?", las casas de adobe, los eucaliptos, a estar siempre cubiertos de polvo en la pista. Subir y bajar, pero ya bajamos más que subimos, los grandes Andes quedaron atrás.

Y así, llegamos ayer tarde a un pueblín de lo más anodino en un paisaje poco llamativo junto al río Marañón, donde nos dicen que hay un español que vive en una tienda de campaña junto al río desde hace unos meses y que podemos acampar allí con él. Nos esperamos un hippie, y lo que nos encontramos es a José, un empresario andaluz cincuentón, que un día desde su despacho se metió a ser distribuidor de Herbal Life (algo así como Avon llama a tu puerta pero con complejos nutricionales), aplicó su experiencia empresarial y sus contactos y se ha hecho millonario (acreditado), vendió su empresa de telecomunicaciones, se olvidó del despertador, y se vino a Perú a vender Herbal Life. Con los beneficios se dedica a comprar terrenos a orillas del río Marañón y está montando una planta de extracción y procesamiento de oro. Dice que el río está lleno. Flipante! todo esto desde una tienda de campaña. También está montando una piscifactoria de truchas, un invernadero, y pronto un hotel de lujo con helipuerto para sus amigos millonarios. Su socio es un peruano que ha sido torero, escritor, y que estuvo a punto de ser ejecutado por Sendero. Una velada de lo más interesante.

Esta mañana al despedirnos nos ha hecho tragar varias pastillas de colores de Herbal Life: vitaminas, guaraná, y a mí una pócima con efectos similares al Red Bull. El resultado ha sido que como el guaraná es diurético hemos tenido que parar cada hora, y creíamos que nos íbamos a deshidratar. Y yo, al final del día subiendo casi dejo atrás a Antonio. Será que funcionan las pastillitas?? Quién quiere hacerse millonario?

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