miércoles, 29 de octubre de 2008

Desde Pokhara con amor


29-Octubre-2008

Salimos de Bandipur destino a los Annapurnas. Primero apiñados en un jeep para bajar a Dumrei, siguió un bus que ya estaba lleno y nos mandaron al techo con los equipajes de los pasajeros, un hombre y su cabra. Bonito viaje entre arrozales, alternábamos hacer fotos movidas y agarrarnos a la baca en las curvas. La cabra se restregaba en mis pantalones, babeaba, me clavaba los cuernos y por último se meó y el liquidillo resbaló debajo de nosotros hasta caer por el parabrisas delantero.

La mañana siguiente cogimos otro abarrotado jeep desde Besisahar hasta Bhulebhule, del que nos bajamos empapados de una mezcla de sudor de todos los viajeros. Ahí empezamos el famoso trekking de los Annapurnas. Las estadísticas dicen que el mes de octubre es el más concurrido con más de 14.000 trekistas de un montón de países, los españoles ocupamos el octavo lugar.

El trekking recorre más de 200 Kms, se sube un largo valle hasta pasar un collado a más de 5.400 m de altura y después se desciende por otro valle totalmente distinto al primero. Es impresionante cómo cambiaba el paisaje según íbamos subiendo: primero arrozales de un verde muy intenso y un valle amplio, después entramos en bosques de vegetación subtropical con lianas y sanguijuelas que chuparon nuestra sangre, laderas cubiertas de árboles, el río se iba encañonando, teníamos lluvias todas las tardes, después vino el rainforest con helechos, musgos colgando de los árboles; más arriba las coníferas, por encima de los 3.000 la vegetación fue desapareciendo y dio lugar a laderas rojizas, grandes cárcavas, yaks, mucho frío y algún dolor de cabeza por la altura. Desde la mitad de la subida empezaron a aparecer a nuestro lado las moles grandiosas de varios casiochomiles: los Annapurnas II, III y IV, el Gangapurna y otros de nombres imposibles de aprender. Nos costaba creer que esas cumbres que parecían tan cercanas estaban a más de 4.000 m por encima de nosotros.

Todos los días cruzamos el río varias veces por enormes puentes colgantes que oscilaban a nuestro paso, todos ellos adornados con banderitas de oración de colorines. Todos los días cruzamos también muchos pueblitos sencillos llenos de hoteles muy básicos. De vez en cuando aparecía un pueblo más grande con teléfono, internet a precio de oro y tiendas. Niños y adultos jugaban en la calle a una especie de ruleta con dados enormes que tiraban con un cubo, al parchís, a una especie de billar con fichas planas, las mujeres cocinaban, lavaban y se lavaban, los hombres porteaban, y todos nos saludaban con un “namaste” y una sonrisa.

Empezamos el trekking cargando con nuestras mochilas, pero tras el primer día yo (la “princesa”) decidí que la mía pesaba demasiado para cargarla más de 20 días y cogí un porteador que nos recomendó el dueño de nuestro hotel. Lucía y Eduardo más valientes decidieron seguir con sus mochilas a la espalda. Nuestro acompañante se llamaba Kushi, eso es todo lo que logramos saber de él. Es un ser tímido, callado y poco a poco le fuimos cogiendo cariño, pese a los problemas de comunicación. Era la primera vez que se dedicaba a portear y está claro que no es lo suyo. Era como si le hubiéramos puesto patas a mi mochila. A pesar de que dudábamos de que fuera capaz de llegar al collado fue el que subió más rápido en zapatillas y sudadera. Su equipaje consistía en una bolsa con unos vaqueros de diseño, una camisa de rayas naranjas, una sudadera, un pantalón de chandal, unas chanclas, un jabón, una toalla y un cepillo de dientes.

Aquí todo se portea, desde las mochilas de los trekistas a todo lo que consumimos: comida, agua, cervezas, camas, etc. También lo que los habitantes del valle necesitan incluyendo teles, muebles, pollos, vigas, etc. Es impresionante ver a los porteadores, hombres de todas las edades, algunos niños y hasta mujeres, cargando a veces más de 60 Kgs de una cinta alrededor de la cabeza, arqueados bajo el peso y con chanclas. Durante todo el camino hay poyetes de piedra para que puedan descansar.

Existe un sistema superestablecido de alojamiento y avituallamiento de los trekistas. En cada pueblo hay muchos hoteles, de hecho muchos pueblos consisten en sólo hoteles. Al principio eran 'bungalows' de uralita, después de contrachapado, que pasó a la madera, y ya más alto a edificios de piedra muchas veces pintados de blanco. Las habitaciones son muy básicas, con camastros con una colchoneta cubierta por una sábana blanca, hay que llevar el saco. Hay letrina-ducha comunitaria, a veces con agua caliente. Cuestan 0,50 E de media por persona. Para las comidas hay un menú de precios fijados por un comité de turismo que consiste en curries, rollitos de primavera, pasta, patatas, el típico plato nepalí llamado dhal bat y alguna repostería poco conseguida. A Lucía todo le parecía exquisito. Los precios van subiendo poco a poco según subimos el valle, en algunos platos el precio se dobla y en las bebidas se llega a multiplicar por 5. En los hoteles hay un piso arriba y otro abajo: los de “arriba”, los trekistas, pagamos poco por dormir, mucho por comer y una barbaridad por beber, y los de “abajo”, los porteadores y guías, que pagan nada por todo, comen el dhal bat de un tamaño el doble que el nuestro y no necesitan llevar saco. Es decir, que el sistema esta planteado para que los trekistas financien no sólo a los habitantes del valle que tienen negocio pocos meses al año, sino también a los porteadores, los lleven o no.

En algunos pueblos existe un puesto de 'safe drinking water” donde venden agua esterilizada con ozono a precio mucho más barato que las botella de agua mineral, y así además se evita que se vayan quedando botellas por todas partes.

Así transcurría el trekking, con Eduardoctísimo ilustrándonos a diario sobre todo lo referente a la los usos y costumbres de la cultura nepalí, las sanguijuelas, los ochomiles, el GPS, etc y sacando su despliegue de aparatos electrónicos para tomar datos (la PDA-GPS) y obtener información sobre cualquier tema (lleva un pequeño portátil con varias enciclopedias, que además nos ha servido para descargar fotos y escribir esta crónica).

Subimos poco a poco para aclimatar bien en la altura, hasta que todos coronamos con éxito el collado del Thorung La a 5.416m (algunos metros más alto que aquel pico que subimos en Perú) y empezamos la bajada por el valle del Kali Gandaki. Desde allí vimos a lo lejos nuestro primer ochomil, el “Daulaguiri”. El paisaje cambió drásticamente, parecía un desierto en tonos ocres, pasamos por el inicio del valle que sube al antiguo reino de Mustang (se queda pendiente para otro viaje), caminamos un par de días sobre las piedras del lecho de anchísimo río Kali Gandaki. Nos cruzábamos con peregrinos hinduistas que subían al templo de Muktinah a bañarse en sus 108 fuentes. Después aparecieron de nuevo los pinos y el bosque tropical. Este valle era más rico, con pueblos más bonitos y con más vida, los hoteles mejoraron considerablemente, su cocina también, para mayor satisfacción de Lucía-Exquisita. A lo largo del treking he leído el libro de Maurice Herzoz 'Annapurna, el primer ochomil', que me ha hecho disfrutar aún más del camino al pasar por lugares que Maurice recorrió en 1950 para llegar por primera vez a la cumbre de un ochomil.

En Jomson nos encontramos con Adela y Olga, unas amigas montañeras que sabíamos habían comenzado el trekking unos días después de nosotros, y tras compartir viaje un par de días nos abandonaron porque nuestro ritmo era demasiado lento para ellas. Las veremos en Kathmandu, aunque a lo mejor allí tampoco podremos seguir su ritmo desenfrenado de compras de material de montaña falso. También coincidimos varios días con un par de científicos americanos, especialistas uno en paleoclimatología y otro en religiones. Muchos israelitas, franceses y alemanes, y de vez en cuando algún español.

Cuando llegamos al fondo del valle de Kali Gandaki nos enfrentamos a una subida de 1.800 m casi enteramente con escalones, duro, duro, duro. Pasamos un par de días por bosques de rododendros preciosos habitados por monos para enlazar el circuito de los Annapurnas, casi completado, con un segundo trekking más corto, el del Santuario de los Annapurnas. Este camino sube por un valle cerrado con poco sol, sin pueblos, ya que es una zona protegida, y con algunos lodges en lugares definidos. Rododendros, bambú, niebla, cascadas, montañas “rotas” por avalanchas y desprendimientos, frío, y finalmente un anfiteatro a 4.000 m rodeado de montañas enormes y glaciares presidido por el Annapurna I, nuestro segundo ochomil. Este lugar es sobrecogedor, impresiona estar rodeados de tanta montaña tan enorme. A nuestra espalda el pico más bonito de nuestro Himalaya conocido, de casi 7.000 m, el Machapuchre. Tras una espectacular salida del sol sobre el Annapurna, contentos y satisfechos, emprendimos el descenso por el mismo valle, el mismo frío, las mismas montañas “rotas”, las mismas cascadas, el mismo bambú, la misma niebla, los mismos rododendros, y, finalmente, los mismos desesperantes escalones.

Los dos últimos días de camino han coincidido con una fiesta nacional que consiste en que grupos de niños que cantaban una canción, siempre la misma, se ponían en medio del camino y mientras uno bailaba el resto hacían una barrera humana para impedirnos el paso si no echábamos unas rupias en un plato lleno de flores. Esto se repitió hasta 15 o 20 al día, Lucia y yo lográbamos franquear la barrera haciendo cosquillas a los niños-barrera, pero Eduardo se quedaba frente a ellos intentando imitar la coreografía de la canción, como si estuviera en las danzas del mundo de los domingos.

Dos días después llegamos a Pokhara, la segunda ciudad del país, a la orilla de un lago del que se ven a los lejos los Annapurnas que dejamos atrás. Han sido veinticinco fantásticos días de trekking en el Himalaya, mas de 300 Kms recorridos y mas de 10.000 m subidos, y hemos disfrutado tanto que ya tenemos ganas de repetir el circuito cuanto antes. Hemos conocido mucha gente que lo estaba haciendo por segunda, tercera y hasta cuarta vez, algunos lo conocieron hace 30 años y todos coinciden en que este trekking es uno de los más bonitos e interesantes del mundo. Nos ha impresionado mucho la gente nepalí por su sencillez y amabilidad. Nosotros esperamos poder repetirlo antes de que pase tanto tiempo.

Namaste!

jueves, 2 de octubre de 2008

Desde Bandipur con amor

2-Octubre-2008

Os decía ayer que estábamos en Kathmandu, donde se unió Eduardo al grupo que venia de pasar 10 días por la India (por supuesto que ya es un experto en casi todo lo referente a estos países: 'claro, claro'...)

Viajar a un lugar sin haber leído nada sobre el sitio provoca mucha expectación ya que todo te va a sorprender. yo no sabia nada de Kathmandu, hasta pensaba que estaba en altura y que nos moriríamos de frió, pero no, hacia un calor de muerte, aun quedaban algunas lluvias retrasadas del monzón, y ha resultado ser una ciudad con mucho ruido, altos índices de polución que hacen el aire irrespirable, gentes y gentes por todas partes (no trabajan nunca?), bocinazos... acaba siendo agotador caminar entre las multitudes a paso de tortuga con un sol aplastante, esquivando los escupitajos, con un trafico infernal de motos, rickshaws, bicis, buses y coches tocando la bocina sin parar. A veces hasta las motos van por las aceras! por las noches hay cortes de luz y se hace difícil esquivar los montones de basura y los baches de las calles llenos de lodos. Lucia cayo en uno metiendo la pierna hasta la rodilla, la zapatilla quedo dentro, tuvo que meter el pie para buscarla y fue indescriptible lo que salio primero de su boca siempre tan educada mientras tanteaba buscándola, y después lo que colgaba de su pie y de su zapatilla.

Las mujeres visten a la india con saris muy coloridos, hay una enorme variedad de etnias y de religiones, templos, lo difícil es disfrutar de esto entre tanta estridencia.

Hemos pasado dos días de tediosos papeleos para conseguir los pertinentes permisos para el treking y extender nuestros visados para mas de 30 dias. papeleos a la antigua usanza de rellenar formulario, cola, fotos, esperar, fotocopias, otra cola, pagar, y vuelva usted en un par de horas.

Lo mas bonito que hemos visto es la plaza de un pueblo pegado a Kathmandu llamado Patan llena de templos hinduistas rojos que parecen el escenario del ultimo emperador.

Una vez solventada la burocracia hemos salido hoy de Kathmandu, en un bus que ha recorrido 137 Kms en SEIS horas por la principal carretera del país perfectamente asfaltada pero con largas colas de camiones y buses.

Luego un bus local donde nos ha tocado viajar en el techo para llegar a un pueblito maravilloso de la etnia newar que ha conservado su arquitectura tradicional de casa-tiendas enormes de ladrillo muy bonitas, como un Pedraza a lo nepalí. Aquí se respira paz, no hay casi gente, no hay coches ni ruido (el pueblo es una calle, literal), esta limpio, que descanso! Desde aquí se ven los colosales Annapurnas a lo lejos. Estamos a 1000m en una cresta sobre un valle verde cubierto de arrozales y al fondo los ochomiles, desde luego es una imagen impactante.

Mañana saldremos hacia allá, nos queda mediodía de bus para llegar al comienzo del treking para rodear el macizo y que nos llevara entre 15 y 20 días. Vamos a empezar de 'independientes guays' sin porteadores ni guías ni nada y ya veremos como va la cosa. Parece que va a ser el camino de Santiago en versión y dimensión Himalayas, ya tenemos ganas de ver a los colosos más de cerca.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Desde Katmandú con amor

1-Octubre-2008

Como os contaba hace unas semanas salimos de Tingo Maria a Lima donde nos empaquetaron las bicis envolviendolas literalmente en cartones y forrandolas con plastico de cocina. tambien compramos samsonites (bolsas de esas de los chinos deplastico con cremallera de cuadritos) de mickey mouse para meter las alfonsas y al avion. Pasamos una manana en Mexico DF, muertos de sueno subidos al segundo piso de un autobus de esos de turistas. divertidisimo. seguimos volando hasta seattle donde nos las tuvimos que ver con la inmigracion de ese pais tan amable con los 'non-us passport holders'. cuando dijimos que entrabamos al super-pais por solo 2 dias nos miraron como extraterrestres, ponian caras raras y aunque el primer poli nos dejo pasar a recoger las bicis forradas de plastico y las bolsas de micky mouse, los siguiente polis de aduanas se mosquearon mas y mas al ver tamano equipaje para tan solo 2 dias. pasamos 3 polis mas y el cuarto y el quinto finalmente nos sometieron a una entrevista de lo mas surrealista mientras se ponian guantes impolutos para abrir las bolsas de mickey con las alfoprjas llenas de ropa sucia. que por que nos quedabamos solo 2 dias, que por que veniamos de peru y de mexico y nos ibamos a espana, que por que tanto equipaje, que por que habiamos ido a peru y lo mas complicado de explicar que por que no trabajabamos. al final nos dieron por imposibles, el olor de la ropa sucia de antonio les hizo desistir del registro de nuestras pertenencias y nos dejaron pasar tras asegurarles por ultimo que no traiamos drogas ni armas. Una vez dentro de tan maravilloso pais, reencuentro con pierrot tan feliz como siempre, y a pasar un fin de semana hiperactivo de compras, cenas y un dia de montana por las laderas cubiertas de flores alpinas del volcan Rainier. precioso!



El paso por España fue breve pero intenso en vida social y celebraciones. Y casi sin darme en cuenta estaba otra vez en barajas con una mochila con lo indispensable para dar una vuelta a los Annapurnas. Esta vez me acompañaba Lucía.

Nepal, que fenomenal!

Llegamos tras 3 aviones a Katmandu una tarde de domingo. Nos alojamos en el barrio de Thamel, el de los turistas con hoteles que se llaman 'Kathmandu peace', 'Kathmandu Garden' y nirvanas parecidas, agencias para hacer trekings, libros fotocopiados, restaurantes de todo tipo de comidas asiáticas y pizzas, internet, y montones de tiendas de material y ropa de montaña de imitación de las grandes marcas como North Face, es alucinante.

Y esto acaba aquí por ahora que me echan de este cybercafe...

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Desde Tingo Maria con amor

10-Septiembre-2008

Chavinillo fue el último pueblo andino donde dormimos, de ahí nos quedaban un par de subidas, de 3500 a 4000, bajada cansadísima por pista a 2000 hasta Huánuco, ciudad hiper-ruidosa llena de tragamonedas, pollerías y chifas (restaurantes chinos) de la que salimos rápido. Asfalto!!! llevamos las bicis a lavar a mano con jabón por 0,30 E, parecían otras!

Última subida a 2.800 m por otro de esos valles en tonos ocres, hasta un túnel, a cuya salida nos esperaba un mundo nuevo: la selva, con un espectacular paisaje de montañas cubiertas de arriba abajo de bosques verdes. La vertiginosa bajada hasta Tingo María desde 2800 a 800 m en unos 80 Kms fue nuestra recompensa a tantos metros subidos, placer divino. La vegetación es espléndida y desconocida, caen cascadas de agua de las montañas como cortinas que nos recuerdan la peli de La Misión, se cruzan pájaros de todos los colores, y lo más llamativo es el sonido de la selva, multitud de pájaros e insectos invisibles chillando a la vez.

Casas dispersas, ya no son de adobe sino de madera y bambú, la gente es diferente, nos parece otro país. Perú geográficamente se divide en costa, sierra y selva. LLevamos todo este tiempo en el sector sierra y ahora el cambio es evidente. La gente es físicamente mas estilizada y más guapa, parecen del sudeste asiático, también más abiertos, se acabaron las varias faldas unas encima de otras de las cholitas de los Andes, estas mujeres visten como las cubanas.

Nosotros aquí no somos 'gringos' ni 'turistas', sino 'pishtacos', que según los describe Vargas LLosa en 'Lituma en los Andes' son algo así como sacamantecas, tienen pinta de extranjeros y sacan la manteca de la gente. Ahora llaman así a los que roban niños para sacarles los órganos y llevarlos al extranjero, se han dado casos recientemente por aquí. O sea, que no nos mola nada lo de escuchar 'pishtacos, pishtacos' continuamente.

Anochecía y llegamos a un pueblo cerca de Tingo María desde el que viajamos en camión hasta nuestro destino.

Tingo María es calor, es lluvia tropical, es color en sus mariposas y sus flores, es exhuberancia en la vegetación y las mujeres, es alegría en sus gentes y decadencia en sus casas. Es el límite de la selva y de las plantaciones de coca, de hecho es la coca lo que mantiene la ciudad. Aquí todo convive. Para nosotros es poner una guinda deliciosa a nuestro viaje.

Nuestro pequeño paraíso es Villa Jennifer, un hotel fuera del pueblo, en una gran finca en la selva, con pocas habitaciones en pequeñas casitas blancas. Tiene 2 pequeñas piscinas, hamacas por todas partes, un minigolf, un pequeño zoológico con monos, tortugas, lagartos y un tigrillo, mesa de ping pong, una colección de 250 pelis, una comida buenísima, qué mas podemos pedir? Los dueños son un matrimonio danes-peruana que nos tratan fenomenal, somos casi los únicos huéspedes. Nada más llegar sacamos del fondo de las alforjas el pantalón corto y el bañador y guardamos el plumas. LLevamos 3 días sesteando en la piscina mientras escuchamos los pájaros y los monos que se pasean sobre nuestras cabezas, comiendo cosas buenísimas, zumos... Por las mañanas hemos salido a dar paseos por la selva, a ver cataratas, la gran variedad de árboles, una cueva habitada por 4000 aves nocturnas, el zoológico de la Universidad... En realidad no es la selva amazónica llena de mosquitos, barro y enormes árboles, esto es más bien lo que se llama rainforest, donde no hay casi mosquitos y la temperatura es muy agradable.

Así podríamos seguir mucho tiempo más, pero ya hemos llegado casi al final de nuestro hacer las Américas. Mañana empieza el largo camino a casa que nos llevará casi una semana: Lima, reencuentro con Jose Luis y M. Jesús a su vuelta de Cuzco, México DF, Seattle, fin de semana en casa de Pierrot, Philadelphia y finalmente Madrid. Después vendrá Nepal, pero eso ya será otro viaje.

Espero que os hayan gustado mis pequeñas crónicas y que os animen a visitar estos lugares. Yo me llevo multitud de imágenes de paisajes y gentes increíbles, Canadá siempre bella y salvaje, y el Perú impresionante y exagerado en sus contrastes. También muchos recuerdos de todo lo vivido con los amigos con los que he compartido este viaje y gracias sobre todo a Antonio, que me ha aguantado durante más de 90 días viajando juntos (y sin discutir ni una sola vez!), y que es un excelente compañero.

No pienso comer arroz ni patatas en mucho tiempo, mamá si lees esto hazme gazpacho por favor!

viernes, 5 de septiembre de 2008

Desde Chavinillos con amor

5-Septiembre-2008

Tras la partida de Inma y Raquel el último día de convivencia de los 6 restantes fuimos a visitar las ruinas de Chavín, a 100 Km de Huaraz,en una excursión turística. Se trata de una cultura muy anterior a los incas que desarrollo construcciones muy diferentes. Fue realmente interesante.

Siguieron las tristes despedidas, Antonio y yo nos quedamos solos de nuevo. Nos quedaban 10 días en Perú y decidimos tomar rumbo Este hacia Tingo María en la selva, a 600m de altitud. Salimos de Huaraz con nuestras bicis y las alforjas llenas de comida (por fin encontramos pan de molde y peanut butter). Para cruzar al otro lado de la Cordillera Blanca tomamos una pista poco transitada que pasa al pie del nevado Pastoruri. Teníamos que subir 1000 m hasta más de 4.800. La pista era a ratos tan infame como aquella que hace ya mucho tiempo nos llevó hacia Ayacucho. El paisaje mucho más inhóspito, sin pueblos, sin gentes, sin árboles, pero también más impresionante, siempre con los nevados a la vista. En el Km 13 está la casa de los guardas del Parque Nacional. Hay una barrera cerrada, ya que no hay acuerdo entre el parque y los comuneros y no dejan pasar a vehículos. Por ir en bici, y tras una propina obligatoria, nos dejan pasar. Sigue la subida, piedras y más piedras, pinturas rupestres, manantiales de agua ferruginosa, una especie de cactus gigantes aluinantes llamados Puyas, algunas chozas muy primitivas dispersas de campesinos, vacas, ovejas, un par de llamas... cada vez más alto, y Antonio empieza a sentir la altura, vemos el final de puerto, quedan 200 m de desnivel y 5 Kms, pero las fuerzas le fallan, tiene tos y sueño, y se hace tarde, decidimos dar la vuelta y bajar todo lo posible antes de que anochezca. Acampamos, estamos sólos bajo un cielo estrellado maravilloso y a la vez indescifrable por ser del hemisferio sur. Dormimos mucho y por la mañana una vez más todo congelado, hasta el aceite de oliva y el agua de nuestras cantimploras.

Mientras recogemos la tienda vemos un colectivo (furgoneta de transporte público) subir por la pista, y pensamos que habrá otros más tarde en los que subir el puerto. Bajamos más hasta el puesto de los guardas en el Km 13. Nos dicen que sólo hay un colectivo al día, el que hemos visto, y que nadie más pasa por allí porque está cerrado. Son las 10 am. Crisis. Qué hacemos? volver a Huaraz? Abandonar el plan selva y pedalear rumbo oeste a la playa (es invierno) y a las ciudades del Norte? al final decidimos mantener el plan original, la selva nos llama más, y quedarnos a dormir con el guarda para subir el puerto en el colectivo al día siguiente. Nos dejan la sala de exposiciones para dormir.

Lo que amenazaba con ser el día más aburrido de nuestras vidas acabó siendo de lo más divertido. Pasaban las horas y empezaron a aparecer gentes: una niña con una ovejita que había perdido el colectivo para bajar. Un campesino cargando varios sacos que tras 6 meses re-solo en las alturas cuidando de su ganado bajaba a su pueblo. Un camión medio blindado de turistas alemanes que querían entrar en el parque a ver las puyas. Hubo conversaciones, suponemos que propinas también, y les dejaron entrar. Después apareció un tour en bici de una empresa holandesa que hacen el recorrido Quito-Ushuaia en 4 meses, son 12 clientes que pagan una millonada por llevar 6 personas de apoyo (2 guías, 2 cocineras, un mecánico, un enfermero), con 2 vehículos de apoyo, vamos como nuestro treking pero a la europea. A estos no les dejan pasar hasta el día siguiente y tienen que acampar allí. Ya tenemos compañía, nos invitan a cenar, nos dan mucha información de la ruta que nos espera, y al día siguiente por la mañana nos suben el puerto en su 4x4. Buena gente.

Una vez arriba pedaleamos 20 Km por la pista a más de 4.800 m, y nos quedamos boquiabiertos, se nos acaban los adjetivos para describir el lugar, paramos continuamente a hacer fotos, estamos extasiados, lo más bonito que he visto en Perú desde mi bici, montañas de todos los colores, nevados de 5.000 m que están ahí mismo, con un poco de tiempo podríamos subirlos fácilmente, echamos de menos a Ramón para que los identifique, hasta vemos vicuñas salvajes. Y esa sensación de estar sólos. Al final de la pista nos alcanzan los holandeses que se habían subido todo en bici, van sin peso y hacen el doble de distancia que nosotros cada día, así que no les volveremos a ver. Despedidas y Thank yous again.

Después viene una gran bajada por paisajes mineros, la principal riqueza de Perú. Pasamos por La Unión y visitamos las ruinas de Huanuco Pampa. Vuelta a los escenarios rurales, al "Hola Gringos, dónde van?, de dónde vienen?, no se cansan?", las casas de adobe, los eucaliptos, a estar siempre cubiertos de polvo en la pista. Subir y bajar, pero ya bajamos más que subimos, los grandes Andes quedaron atrás.

Y así, llegamos ayer tarde a un pueblín de lo más anodino en un paisaje poco llamativo junto al río Marañón, donde nos dicen que hay un español que vive en una tienda de campaña junto al río desde hace unos meses y que podemos acampar allí con él. Nos esperamos un hippie, y lo que nos encontramos es a José, un empresario andaluz cincuentón, que un día desde su despacho se metió a ser distribuidor de Herbal Life (algo así como Avon llama a tu puerta pero con complejos nutricionales), aplicó su experiencia empresarial y sus contactos y se ha hecho millonario (acreditado), vendió su empresa de telecomunicaciones, se olvidó del despertador, y se vino a Perú a vender Herbal Life. Con los beneficios se dedica a comprar terrenos a orillas del río Marañón y está montando una planta de extracción y procesamiento de oro. Dice que el río está lleno. Flipante! todo esto desde una tienda de campaña. También está montando una piscifactoria de truchas, un invernadero, y pronto un hotel de lujo con helipuerto para sus amigos millonarios. Su socio es un peruano que ha sido torero, escritor, y que estuvo a punto de ser ejecutado por Sendero. Una velada de lo más interesante.

Esta mañana al despedirnos nos ha hecho tragar varias pastillas de colores de Herbal Life: vitaminas, guaraná, y a mí una pócima con efectos similares al Red Bull. El resultado ha sido que como el guaraná es diurético hemos tenido que parar cada hora, y creíamos que nos íbamos a deshidratar. Y yo, al final del día subiendo casi dejo atrás a Antonio. Será que funcionan las pastillitas?? Quién quiere hacerse millonario?

sábado, 30 de agosto de 2008

Desde Huaraz con amor


30-Agosto-2008

Hemos vuelto a Huaraz tras pasar 12 días de treking por la cordillera Huayhuash. Está situada al sur de la cordillera Blanca y es mucho menos visitada y, por tanto, bastante mas salvaje.

Ha sido un recorrido espectacular, hemos dado la vuelta al Huayhuash, rodeando picos nevados de mas de 6000 m de los que bajan glaciares enormes que continuamente se están resquebrajando y provocando pequeños aludes, muchas lagunas azul turquesa, montañas de colores, enormes valles glaciares, vamos, una maravilla, a mí me ha encantado, desde luego de lo más bonito que he visto. También hemos visto pasar varios cóndores, águilas, halcones y más, y hasta hemos visto un par de vicuñas salvajes.

La expedición estaba integrada por nosotros los 8 turistas; Roberto, jefe empresario, guía y cocinero; Carina, asistente de guía llevando un caballo, y pinche de cocina; los hermanos Flavio y Carlitos, arrieros, encargados de trasportar el equipaje en los burros, montar y desmontar el campamento cada dia, pinches de cocina, etc; 14 burros para cargar con el equipaje, 2 caballos por si había accidentes o alguien se cansaba, y 4 pollos. Todos sobrevivimos a la experiencia excepto los pollos, que iban cayendo para las cenas cuando según los hermanos mostraban los primeros síntomas de mal de altura. El equipaje era enorme, además de nuestras mochilas con los sacos de dormir, ropa, etc, llevábamos todo lo necesario para que todos los integrantes sobreviviéramos 12 días en la montaña: cajones de comida para nosotros y para los pollos, inyecciones revitalizantes para los burros, gas, banquetas, una tienda cocina, una tienda comedor y nuestras 4 tiendas de campistas. La maldición de los palos nos sigue persiguiendo, Víctor se dejó los palos de su tienda en Madrid, y Roberto le dejó su tienda.

Hemos estado todo el tiempo por encima de 4.200 m pasando collados a 5.000 m para pasar de un valle a otro y al final nos aventuramos todos excepto Raquel y M. Jesús a hacer una ascensión a la cumbre del Diablo Mudo a 5.377 m que se podía subir sin crampones y piolet. Nos costó mucho caminar y respirar a esas alturas, pero con paciencia y tiempo todos llegamos.

La dinámica del treking consistía en que los arrieros, que dormían en la tienda comedor, se levantaban a las 5 y salían a buscar a los burros que al estar sueltos podían estar en cualquier sitio. A las 6 amanecía, con todo cubierto de escarcha congelada por las temperaturas bajo cero de las noches. A esa hora se levantaban Roberto y Carina que dormían en la tienda cocina, a hacer el desayuno, que a veces eran panqueques. A partir de las 7 nos levantábamos los turistas a mesa puesta. Recogíamos nuestras cosas y comenzábamos a andar con Roberto, Carina y el caballo. Flavio y Carlitos se quedaban recogiendo todo el campamento, montándolo en los burros, y en pocas horas nos pasaban y llegaban al siguiente campamento horas antes que nosotros, de manera que cuando llegábamos ya habían construído un nuevo campamento y estaba otra vez la mesa puesta para la merienda, y a veces nos hacían palomitas. Anochecía a las 6 y todos con las chaquetas de plumas puestas a la tienda comedor porque fuera hacía mucho frío.

Hemos tenido bastante suerte con el tiempo, sol casi todos los días, pero por las tardes en los campamentos nos han caído lluvias, granizos y hasta nieve.

El último día nos prepararon un plato típico, la pachamanca, que consiste en calentar unas piedras en un fuego y después enterrar carne de una oveja que acababan de matar y despiezar entre las piedras calientes, junto con patatas y pollo. Después lo cubren todo con plásticos y tierra y se cocina bajo tierra. Muy curioso. Después no puidimos comer la oveja porque la carne estaba demasiado dura y el pollo crudo. En in, al menos fue divertido verlo.

Y ya en Huaraz nuestros caminos se separan: Inma y Raquel ya han salido hacia Lima para volver a España. Ramón se queda aquí para subir un 6.000 en la cordillera Blanca, Jose Luis y M. Jesús se van en bus hacia Ayacucho y Cuzco. Victor se va para Lima. Antonio y yo mañana volvemos a la bici y para cambiar de aires vamos a cruzar la cordillera y bajar desde el otro lado hacia la selva.

jueves, 14 de agosto de 2008

Desde Lima con amor

14-Agosto-2008

Salimos de Andahuaylas por la pista hacia Ayacucho, seguimos con bonitos paisajes andino-rurales. Al atardecer llegamos a un pueblito llamado Ucama, donde todo el pueblo estaba congregado en la carretera debido a un entierro y al pasar nos invitaron a Fanta de naranja. Mientras esperábamos a que acabara el entierro para que alguien trajera la llave de la escuela, Walter contó un par de cuentos a los niños que revoloteaban a nuestro alrededor y a algunos adultos que estaban por allí, éxito total. Un chaval nos trajo un barril que había sido de cloro lleno de sopa de maíz que preferimos no comer. La madre de la niña Susi nos preparó unos espaguetis para cenar y unas niñas barrieron una de las aulas para que durmiéramos allí.

El día siguiente Raquel se sentía mal y junto con Antonio esperaron un camión para llegar a Uripa. El resto pedaleamos, un día largo y duro, con otra subida de mas de 1000 m de desnivel, se nos hizo de noche en los últimos Kms. Uripa era el último pueblo grande desde donde poder coger un transporte, así que salimos en furgoneta de allí, y, tras más de 8 horas de botes para hacer menos de 200 Kms, llegamos a "Ayacucho mola mucho". Y es verdad, la ciudad mola, bonitas casas coloniales, tranquila, sin turistas, buen clima, muy agradable. A descansar un par de días, comer mucho, lavar las alforjas polvorientas, ver un espagueti western. Visitamos el museo de la memoria, montado por la asociación de victimas de los desaparecidos durante los 80 y 90 por parte de Sendero Luminoso y del ejército. Unos 70.000 en todo el país, muchos de la zona de Ayacucho donde desaparecieron comunidades enteras. Impresiona.

En Ayacucho acabo el viaje en bici, tras casi 600 Kms recorridos, muchos miles de metros de desnivel subidos, bastantes pinchazos y cientos de picaduras. Inma vendió su bici peruana de contrabando, Antonio y yo mandamos las nuestras a Huaraz, mediante el servicio de encomiendas de los autobuses, porque en Septiembre volveremos a pedalear, y el resto las mandaron a Lima.

Sin bicis y con alforjas cogimos bus a Lima, casi 10 horas, terrible tortura, todos mareados por lo mal que conducen en las curvas. El bus subio a 4500 m, alucinante paisaje de altiplano, desolado y magnífico a la vez, para después bajar al nivel del mar, al desierto de dunas de la costa.

Dicen que Lima en esta época del año está sumida siempre en una neblina que impide ver el sol. Así la hemos encontrado, una ciudad un tanto decadente, con esplendidas casas coloniales, algunas cuidadas y otras destartaladas. La niebla la hace parecer triste. Dicen también que es una ciudad muy peligrosa, a mí no me lo parece, aunque hay mucha poli, y tanques en cada esquina de la Plaza de Armas. Hemos paseado por el centro y por el barrio chino, y hemos ido al barrio de Miraflores, para ver donde transcurren muchas de las novelas de Vargas LLosa.

Acabamos de celebrar "la última cena" del grupo porque mañana nos separamos de Walter y Joseba que se quedan unos días en Lima para irse pronto a Madrid. Dentro de un rato llegan Jose Luis y Maria Jesus desde Madrid con nuestras botas. Mañana llegaran Víctor y Ramón. El nuevo grupo de 8 nos vamos a Huaraz, al Norte, un pueblo al pie de grandes nevados de la Cordillera Blanca. Allí pasaremos un par de dias para que los recién llegados se aclimaten a la altura, y después emprenderemos un treking por la cordillera del Huayhuash, con toda la parafernalia de mulas, cocinero, guía, tiendas, etc. Dicen que es uno de los trekings mas bonitos del mundo, os lo contare a la vuelta.

domingo, 10 de agosto de 2008

Desde Vancouver con amor


10-Julio-2008

Vancouver: dicen las encuestas que Canadá es el mejor país para vivir, y dicen las encuestas canadienses que Vancouver es la mejor ciudad para vivir en su país. Y yo, qué voy a decir... que esto es lo más cercano al paraíso que conozco. Aquí estoy, en el pequeño apartamento de Paul, piso 17 sobre el mar, veo el Pacifico, gaviotas, montañas, barcos enormes a la espera de entrar en el puerto y también veo ahí enfrente el bosque donde esta la Universidad donde trabajé. Por las tardes veo la puesta de sol con una copa de vino mientras hablo con Paul de los sitios que nos gustan. Paul es un neozelandes nacido en Holanda que conoció a Olivia, irlandesa, mientras ella viajaba por Nueva Zelanda camino de Vancouver, y la siguió hasta aquí por amor. Eso ocurrió hace más de 10 años. Después Olivia se fue a trabajar a los US y él se quedó porque no quiso abandonar el paraíso.

En el último mensaje estábamos en Banff. De ahí salimos con la ropa limpia pero encogida, porque pusimos la lavadora con agua caliente. A Antonio casi no le cabe la gorra, dice que así no la pierde en las bajadas, y mis camisetas ahora me llegan al ombligo. Tardamos tres días en atravesar en bici el Parque Nacional de Kootenay hasta el pueblo de Radium Hotsprings. Gran parte de este parque se quemó en un incendio en el 93 y aún se mantienen los árboles secos en pie, un paisaje curioso. Tuvimos algunas lluvias por las tardes, y grandes tormentas por las noches con relámpagos que iluminaban la tienda. El safari consistió en una alce con su cría, montones de ciervos, y por parte de Antonio un lobo y otro par de osos. Antes de llegar a Radium Antonio dejó los bultos y pedaleó de vuelta más de 100 Kms para recuperar el coche, mientras Pierrot y yo nos fuimos a las Hotsprings de Radium a pasar la tarde entre la piscina de agua caliente y la de agua fría. Merecido descanso para nuestras piernas.

Largo viaje de vuelta en coche a Vancouver, donde Paul nos recibió con su alegría y su saber estar. Pasamos un día recorriendo Vancouver en bici: compras en la tienda de montaña, Chinatown, Downtown, comida india... y por la tarde picnic en la playa con amigos con una preciosa puesta de sol.

Vuelta a la bici hacia la Sunshine Coast, la Costa del Sol como la llamamos nosotros, que es la costa al Norte de Vancouver. Llegamos en ferry, desde el que se ve como las montanas salen del mar, una pasada. Tras un par de días por allí el Estimado y yo nos separamos con abrazos, yo volví a Vancouver, la mitad del trayecto en bus, que aquí todos los buses tienen portabicis, una maravilla, y Antonio siguió costa del Sol arriba para pasar a la isla de Vancouver. El reencuentro será el Domingo o Lunes, que el martes volamos a Perú.

jueves, 7 de agosto de 2008

Desde Andahuaylas con amor

7-Agosto-2008

En Huancarama Walter decidió que ya había tenido suficiente pista y que necesitaba un descanso del “polvo, piedras y cuestas, los Gringos pedalean”, así que unos besos de despedida y se buscó un transporte para llegar a Andahuaylas, el pueblo, casi ciudad, más grande de la zona, y esperarnos allí un par de días.

El resto salimos de Huancarama por la pista, a subir y a bajar, a llenarnos de polvo, a empujar la bici a tramos. Pero también a hablar con los campesinos, a reírnos con los niños, a parar a descansar en los pequeños abarrotes (tiendecillas) de los pueblitos a tomar Coca-colas o Inca-colas (una especie de Coca-cola peruana amarilla) con crackers, a hacer miles de fotos, y lo mejor fue que cada Km el paisaje se iba haciendo más y más impresionante, después de cada subida aparecía un nuevo valle maravilloso, nuevas montanas a lo lejos, más pueblitos de adobe, más niños pastoreando vacas, unas ruinas Chankas (pueblo conquistado por los incas). “Los Andes a todo lo que dan” como describió esta ruta un amigo que lleva mas de ocho anos dando la vuelta al mundo en bici, y que pasó por aquí hace un par de años. Claro que también me dijo que es de lo más duro que ha hecho en su vida...

Bajando de un alto vimos a lo lejos un par de ciclistas en un tandem, hicimos apuestas a ver de que país eran: alemanes? franceses? belgas? pues no! españoles, de Gerona! un grato encuentro con intercambio de información y de mutuos ánimos. Más tarde nos cruzamos con un par de franceses en bici y después con un motorista yankee, y esa es toda la fauna del mundo occidental que nos hemos encontrado.

La pista mejoró durante el ultimo tramo, menos piedras y hasta tramos horizontales a media ladera muy fotogénicos que nos hicieron olvidar las penurias pasadas.

Las últimas noches hemos dormido en una estupenda aula de una escuela construida por una ONG española, donde el maestro nos dijo que obviamente era nuestra casa. Lo pasamos bomba leyendo los libros de texto y los exámenes de los niños. La siguiente acabamos en el hospedaje de la Sra Feli a orillas de la laguna Pachuca, donde esta mujer octogenaria que se pasea con largas trenzas blancas, un sombrero, un bastón y una capa, que parece Gandalf el Gris, y que solo habla quechua, no nos quería alojar. Menos mal que su hija, que andaba de visita, nos acogió y nos cocino la cena en una cocina enorme de suelo de tierra, una cocina de leña en un rincón, una mesa y sillas de plástico, y más de 50 cuys habitando sueltos la cocina, de manera que mientras cenábamos corrían a nuestro alrededor, muy divertido.

Para comer nuestro menú es siempre el mismo, lo que encontramos en los abarrotes: pan, tomates, un queso andino saladísimo, latas de jurel, que es una especie de atún bastante malo, mandarinas, manzanas y si hay suerte aguacates. De vez en cuando alguien nos regala quesos o nos traen platos de mote que son enormes granos de maíz cocidos y bastante insulsos. Con una mujer practicamos el trueque, ella solo hablaba quechua, nos trajo mote y un queso y por señas nos pidió una lata de jurel. Para cenar si hay pueblo suele ser pollo con papas, a veces en un puesto en la calle, a veces en un restaurante, si no, cocinamos. Nos estamos inflando a patatas fritas.

LLevamos un par de días de descanso en Andahuaylas, una ciudad parecida a Abancay, sin turistas, sin artesanías, sin nada que visitar, pero nos encantan la gente peruana, las tienditas, los mercados, curioseamos los libros fotocopiados que venden en las librerías, buscamos canciones en tiendas de discos que hemos escuchado en alguna radio en algún pueblo, interneteamos, buscamos a conductores de autobuses para preguntar por la ruta de los próximos días, compramos provisiones, comemos algo diferente, y, por supuesto, nos duchamos. Hasta hemos ido a un circo muy cutre donde los payasos han sacado a joseba a hacer el chorra.

Reencuentro con Walter, muy contento tras sus días de descanso. Inma anda reponiéndose de los cientos de picaduras que tiene por todo el cuerpo que pican y pican y que hasta se le han infectado.

Mañana volvemos a la bici rumbo a Ayacucho, sigue siendo pista. Nos quedan pocos días de bici, sabemos que no llegaremos, pero allá donde estemos dentro de 4 o 5 días cogeremos algún bus que nos lleve a Ayacucho, segunda ciudad colonial mas importante después de Cuzco y cuna de Sendero Luminoso.

domingo, 3 de agosto de 2008

Desde Huancarama con amor

3-Agosto-2008

Salimos de Izcuchaca por un paisaje de pampa, es decir, grandes planicies elevadas en las que se cultiva papa, maíz, etc. Visitamos Zorite, donde se encuentran los andenes (terrazas) más grandes del mundo, de 400 x 100 m construidos por los incas para cultivar los alimentos de las élites. LLegamos a Ancahuasi a dormir. Es un pueblito pequeño sin hospedajes, donde nos indicaron que la Señora Duli alquilaba habitaciones. Resultó que en casa de la Sra Duli se estaba celebrando la boda de su hijo, así que nos invitaron a los restos del banquete: cuy (delicatesen peruana que es algo parecido a un hamster y a la vez a un conejito, y que pocos extranjeros se atreven a comer), tortillas de maíz y maíz tostado. También asistimos a la ceremonia de partir la tarta, de la que cuelgan unas cintas que todos los solteros tuvimos que ir cogiendo a ver a quien le tocaba el anillo, que recayó en Joseba. Después la Sra Duli nos pidió que nos fueramos a dar una vuelta para que ellos siguieran celebrando. Volvimos varias horas mas tarde, ellos seguían bebiendo sin parar, y nos metió a todos en una habitación con colchones, por menos de 4 E en total.

La ruta sigue siendo subir mucho y bajar mucho. Hay poco tráfico pero nos pasan rozando y pitando para saludarnos con bocinas muy estridentes, los conductores de los autobuses nos lanzan besos, de vez en cuando aparecen perros que nos hacen bajarnos de la bici.

Pasamos un pequeño puerto a 3800 y gran bajada hasta un rió pasando por Limatambo. De ahí otra vez a subir, son 2000 m de desnivel hasta mas de 4.000 m, que hicimos en dos días y pico. Pasamos por Curahuasi donde se celebraba un campeonato de gallos a navaja, que consiste en que se enfrentan gallos de lidia muy agresivos con una navaja atada a la pata, se picotean y se dan patadas, pierde el que muere. Entre pelea y pelea una orquestilla toca boleros y se rifan litronas de cerveza. Pese a que suena sangriento no lo es, el ambiente es familiar y esta lleno de niños.

Casi a punto de coronar el puerto acampamos con impresionantes vistas del nevado Salkantay, y por la noche de las estrellas del hemisferio Sur. Mala noche para Walter con vómitos y diarrea.

Bajamos a "qué guay Abancay", hotelazo maravilloso y día de descanso y recuperación para Walter. Abancay es una capital de provincia llena de actividad en la que nosotros éramos los únicos turistas, nos gustó, nada de tiendas ni restaurantes de turistas.

De Abancay salimos hacia "Ayacucho mola mucho". Según nuestra guía solo los más intrépidos viajeros se aventuran por esta ruta que transcurre por el centro de los Andes, por pista sin asfaltar, y con grandes desniveles pasando de 2000 a 4000 m varias veces. Nosotros, haciendo poco caso de todos los peruanos que nos han dicho que esta ruta es brava, decidimos ir para allá.

LLevamos dos días de pista, ya hemos pasado el primer puerto. Ayer fue duro durísimo: la pista llena de piedras, muchísimo calor, más de 41 grados, y sin un solo árbol, cada vez que pasaba un coche nos cubría de polvo y los mosquitos nos acribillaban. Los ánimos decayeron y estuvimos a punto de abandonar. Finalmente decidimos seguir al menos hasta Andahuaylas. Hemos pasado la noche acampados delante de un Centro de Salud de un pueblito muy agradable, donde decenas de niños asistían con curiosidad a todos nuestros movimientos y nos pedían que les hiciéramos fotos para verse después.

Hoy la pista ha mejorado bastante y hemos llegado a Huancarama, un pueblo más grande. Hay un par de hostales, pero tan cutres que hemos recurrido al alcalde para que nos deje dormir en la casa de la cultura.

Desde que hemos salido de la carretera los pueblos y sus gentes son mas pobres, pero muy agradables, los niños en cuanto nos ven nos gritan "hola Gringos" y se sorprenden cuando les hablamos en espanol y les decimos que no somos gringos, que somos los españoles, los malos de los que se tuvieron que independizar y que hemos vuelto a quitarles la bandera, se ríen. La mayoría no sabe ni donde esta España, algunos adultos nos preguntan si España no esta Perú y que cuánto se tarda en llegar. Otros que por qué vamos en bici y para eso no tenemos una respuesta que les convenza.

sábado, 26 de julio de 2008

Desde Izcuchaca con amor

26-Julio-2008

Salimos de Cuzco (3350 m) en bici y con muuucha calma subimos hasta un collado a 3800m, con parada en las ruinas incas de Sacsaihuaman. Después vino una larga y preciosa bajada de 1000 m hasta el valle sagrado que esta a 2800 m. Es un valle bonito, muy rural, con muchas ruinas incas y pueblitos agradables. LLegamos cuando recogían el famoso mercado de Pisac.

Al día siguiente pedaleamos todo el valle hasta el final de la carretera en Ollantaytambo, todo un placer por una carretera increíblemente llana. Este pueblo aún conserva la estructura de ciudad inca y unas ruinas muy interesantes.

De ahí salimos hacia el gran negocio de Machu Pichu: primero un tren de Ollantaytambo a Aguas Calientes 60 eurazos i y v, tarda unas 2 horas. A Aguas Calientes solo se puede llegar en tren o caminando. El tren es un monopolio de una empresa inglesa-peruana. Después dormir en Aguas Calientes, que es una especie de Benidorm en versión andina y sin mar, todo hoteles, restaurantes, tiendas, todos venden algo, y todo es mas caro que en cualquier otro sitio. A levantarse a las 4:30 de la mañana para coger la primera tanda de buses a las 5:30. Suben 8 Km por una pista zigzageante y te cobran 10 E i y v. En la parada hay hordas de turistas, aparecen nada menos que 22 autobuses puntuales y numerados. Las hordas subimos en ellos ordenadamente. Claro que nos preguntábamos que como habían llegado esos autobuses, y tantas cosas más que satisfacen a los turistas y a los locales, a ese pueblo sin carretera. La respuesta oficial es que todo llega en tren, aunque nosotros pensamos que debe existir una carretera secreta de la que no pueden hablar a los turistas.

Por fin en las puertas de Machu Pichu, a las 6 de la mañana con unos 600 tíos más. Entrada 40 E. Y todo esto se paga en Soles o en Dólares, nada de Visa ni de Euros.

A pesar de las hordas de gentes, y de las miles de fotos que hemos visto de Machu Pichu, el lugar es impresionante, tanto por las ruinas como por su enclave en lo alto de la montaña. Disfrutamos como enanos paseando entre templos y edificios semiderruidos, y escuchando aquí y allá explicaciones de guías de otros grupos. También subimos una pequeña montaña, el Wuayna Pichu, que te permite ver la ciudad desde arriba. Estos incas eran unos fieras del diseño.

Vuelta a Ollantaytambo en tren y de ahí a pedalear. Retrocedemos medio valle sagrado y cogemos un desvió hacia Chinchero. Son 1000 m de subida, hasta 3800 m, la pendiente es suave y con paciencia vencemos a la altura sin problemas. Los paisajes son espectaculares, se combinan los campos de cultivo de cereales secos de un intenso amarillo con los montañones de seismil metros nevados al fondo. El cielo es limpio y de un azul intenso, hay algunas nubes que están muy bajas, o más bien nosotros estamos muy altos. Nos cruzamos con muchos campesinos, las mujeres visten las faldas tradicionales y el bombin encima de largas trenzas. Las casas sencillas, de adobe, y con grandes pintadas electorales de los candidatos que se presentaron a las alcaldías.

Pasamos un par de días en Chinchero, noches de frío y poco oxigeno. Un pueblo muy bonito, también con ruinas. Nos acercamos en taxi a las ruinas de Moray, unas terrazas a distintas alturas en semicírculo, que, según dicen los expertos, era un laboratorio agrícola donde los incas experimentaban distintos cultivos a diferentes temperaturas. Visitamos unas salinas que datan de antes de los incas, constituídas por cientos de pequeñas piscinas construidas en la ladera de una montaña a través de las que circula agua de un río salado y la sal va precipitando. Un lugar de lo más curioso. También fue curioso el taxi. Son Toyotas rancheras que circulan por la carretera a modo de autobuses locales, de los que se sube y baja gente continuamente. En uno llegamos a ver ocho personas en el asiento de atrás, dos en el de alante, y al menos cinco en el maletero.

En Chinchero tuvimos la suerte de presenciar el desfile de las fiestas patrias, donde a ritmo de banda, y con comentarios por megafonía exaltadores de la municipalidad, desfila TODO el pueblo con sus mejores galas: los niños de uniforme, los campesinos con sus ponchos, las señoras con el bombín, las faldas y los bebes a la espalda, los ingenieros de traje y con casco, los obreros, los tractores, etc, etc. Divertidísimo. Después comimos, ellos y nosotros, truchas y carne que cocinan los niños para sacar dinero. De postre todo el pueblo, hombres y mujeres por igual, se pone a beber minis de chicha, una bebida rosa procedente de la fermentación del maíz.

Hoy hemos salido de Chinchero, vamos camino a Abancay. Hemos parado en Izcuchaca, un pueblo sin encanto, a comprar una rueda para la bici de Walter, que se le están rompiendo muchos radios.

domingo, 20 de julio de 2008

Desde Cuzco con amor

20-Julio-2008

Cuzco es un lugar especial. Fue el centro del Imperio Inca, del que quedan pocos vestigios, y en su lugar un montón de iglesias impresionantes construidas sobre sus cimientos por los conquistadores españoles.

Tras el descubrimiento de las ruinas de Machu Pichu en 1912, se convirtió en un importante centro turístico. Está lleno de hordas de turistas, y todo lo que ellos (nosotros) conllevan: tiendas de artesanía, hoteles, internet, restaurantes, masajes, agencias de viajes aventura organizados, etc, etc. También muchas mujeres vestidas al estilo tradicional.

LLevamos cuatro días aquí, adaptándonos a la altura (unos 3350 m), al frió en cuanto se pone el sol, a los días cortos (anochece a las 6), a los modismos del idioma, y al nuevo grupo.

Sobre la altura, dicen que el truco es hacer todo muy despacio. El primer día cada vez que subíamos escaleras, aunque fuera despacio, se nos salía el corazón por la boca, el cuarto ya se queda el corazón a mitad del esófago. Veremos si somos capaces de montar en bici. A ratos nos duele un poco la cabeza, y por lo demás bien.

La llegada y el reencuentro fue un tanto accidentado. El Estimado y yo volamos desde Seattle, donde nos hicieron pagar una pasta por traer las bicis. Además debimos caerle fatal a la azafata, porque nos seleccionó para ser inspeccionados, nos cachearon y nos registraron las mochilas pasando papelitos impregnados en algo por los móviles, las cámaras, etc. También inspeccionaron las bicis. América...

Inma y Raquel volaron desde Madrid. Allí les cobraban dos pastas por traer las bicis, decidieron dejarlas en casa. Mientras ellas volaban nos informamos de que les cobraban de más. Así que al día siguiente volaron Joseba y Walter desde Madrid trayendo sus bicis y la de Raquel.

Cuando nos juntamos aquí lo primero fue conseguir una bici para Inma. En Sudamérica también todo es posible, algunas cosas mucho más posibles que en Norteamérica. Fuimos a un puesto de un mercado donde una señora llamada Evangelina vende piezas de bicis (piratas) y elegimos todas una a una, para que después un tal Wilfredo montara la bici. Lo más chungo fue conseguir adaptar un extraño transportín, para lo que tuvimos que ir a una tornería a que soldaran una pieza. Todo por unos 220 E. La bici tiene buena pinta, aunque en cuanto la han visto en nuestro hotel nos han dicho que todo es de contrabando.

Hoy hemos sacado las bicis del resto de las cajas y las hemos preparado, hemos comprado gasolina para la cocina y hojas de coca para combatir los efectos de la altura. Mañana salimos hacia el valle sagrado en dirección a Machu Pichu.

martes, 15 de julio de 2008

Desde Seattle con amor II

15-Julio-2008

Vamos haciendo las Américas, se acaba nuestra etapa en el Norte, tras 1300 Km (Antonio) y 900 Km (la Princesa), estamos a punto de salir para el Sur. Hemos vuelto a hacer el equipaje, con las compras nuestras cosas se han multiplicado y hemos decidido dejar aquí todo lo no indispensable. Las bicis están metidas en cajas, las "alfonsas" en una bolsa de los chinos, y los nervios a cien.

Hemos quedado en Cuzco con Inma y Raquel mañana, y con Walter y Joseba pasado. Las últimas horas han sido estresantes, con intercambio de mensajes y llamadas. Inma y Raquel tuvieron problemas al llegar a Barajas con las bicis, les querían cobrar una millonada por llevarlas y decidieron dejarlas en Madrid. Así que van rumbo a Cuzco sin bicis y con alforjas, a ver si allí pueden comprar o alquilar algunas. Aventura, aventura...

Los últimos días los he pasado en Vancouver en casa de Paul con un tiempo maravilloso, viendo viejos amigos a mi exjefe que me citó a comer alucidad, a las 11:15!, bicicleteando por bosques y playas, barbacoas, comiendo sushi y comida india, vida de lujo, como dice Pierrot. Antonio ha estado recorriendo islas en bici. Al safari hemos añadido: por parte de Antonio orcas desde el ferry y por mi parte bald eagles, focas, garzas, cormoranes y patos.

jueves, 3 de julio de 2008

Desde Banff con amor


3-Julio-2008

Esto es Banff, el principal pueblo de las Rocosas canadienses, muy mono y muy “touristic”. Parada obligatoria para supermercado, internet y lavanderia.

Estuvimos tres días en Lake Louise, uno de descanso y dos haciendo montaña por sitios espectaculares. Llegamos en bici a Field, una especie de pueblo de cuatro casas dentro del Parque Nacional de Yoho, donde nos juntamos con Pierrot, que llegó en su coche desde Vancouver. Planificamos la ruta en torno a la gran final de fútbol, para estar el domingo cerca de una tele. Antonio se fue a ver el partido con su camiseta roja a un bar lleno de alemanes, mientras que Pierrot y yo, también con la camiseta roja, nos fuimos a subir una montaña. Gran celebración a la vuelta.

Subimos a acampar en la base de la cascada Takaka, la más alta de las Rocosas, alucinante lugar para dormir. Allí hay un camping de los que llaman primitivos, es decir, que no hay ningún guarda, se paga poniendo el dinero en un sobre, se saca agua de un pozo que hay que hervir antes de beber, y los servicios son pit-toilets: un agujero en el suelo y encima ponen una casita con un vater, cuyo contenido es aspirado periódicamente por un camión.

Caminamos la ruta del Iceline, que bordea glaciares, cruza morrenas y atraviesa bosques, y recorrimos la zona protegida del lago O'Hara, que fue lo más de lo más, el día más espectacular de toda mi vida montañera, un sitio alucinante. Vamos, que dudo que haya algún lugar que me guste más y ya no se si ir a Perú o a Nepal...

Dejamos el coche de Pierrot aparcado en Lake Louise y nos montamos de nuevo en nuestras bicis: más montañones, más ríos, más cañones, más bosques, más Amish, y más animales, apuntamos dos coyotes a la lista. Así hasta Banff.

Desde que ha llegado Pierrot estamos acampando en los campings de los parques nacionales, que no tienen nada que ver con los nuestros, ya nos olvidamos de los hostels. Tenemos que guardar la comida en casitas preparadas para ello, para que el olor no atraiga a los osos. No los hemos vuelto a ver, estamos más al sur y la nieve mucho más alta. Han debido subir a las partes altas, pero pueden aparecer en cualquier momento, y no podemos olvidarnos de las precauciones, incluso uno de los campings tenia una valla electrificada.

Seguimos con un tiempo buenísimo, algunos días hemos tenido incluso 30 C. Nos reimos mucho con Pierrot que se pasa el día practicando su particular español con expresiones como: "que suerte somos", "cuánta verdura", "somos los mejores", "qué fenomenal", a las alforjas las llama a veces alfombras y otras veces alfonsas, y a nosotros nos llama "la Princesa" y "el Estimado Antonio".

jueves, 26 de junio de 2008

Desde Lake Louise con amor


26 de Junio

Los primeros días transcurrieron en Seattle, comprando bicis, tienda, saco, plumas, cocina, etc, y acostumbrándonos al nuevo horario. Pasamos fugazmente por Vancouver, ya en Canadá, y de ahí 12 horas en bus hasta Jasper, en las Rocosas canadienses. Llegamos nosotros, pero las bicis, que nos habían obligado a facturar, no. Tampoco llegaron al día siguiente, ni al otro. Finalmente aparecieron el cuarto día. En la espera aprovechamos para ir al Maligne Lake y subir un casi tresmil con vistas estupendas. También alquilamos bicis de montaña, y nos tiramos por caminos muy divertidos.

En cuanto llegaron nuestras flamantes bicis nuevas emprendimos ruta por una de las 10 carreteras más bellas del planeta según la prestigiosa National Geographic. Sí que lo es: recorremos un enorme valle glacial atravesado por un río de aguas azul turquesa y flanqueado en ambos lados por espectaculares montañas de tresmil metros nevadas. Así durante 250 Kms, increíble! No dejamos de extasiarnos: glaciares, bosques infinitos, lagos de todos los colores y mucha fauna: ya llevamos 5 osos, un alce, un puercoespín, ciervos americanos, cabras montesas, colibríes, águilas, pájaros… También parte de la “fauna” la constituyen los Amish que vemos de vez en cuando, y todo tipo de gentes en los caminos, ayer nos cruzamos con uno vestido de siniestro y dos con corbata y camisa. Esto es alucinante! De vez en cuando vemos trenes de más de 150 vagones. Esto es América, donde todo es posible y todo a lo grande.

Aún hay mucha nieve en las montañas, lo que obliga a los osos a permanecer en el fondo del valle, y a los guardas de los parques a cerrar muchos caminos. Nosotros hemos preferido dormir en albergues en vez de acampar y convertirnos en alimento de osos. Los albergues son primitivos, sin agua ni electricidad, pero con camas estupendas. Hemos coincidido varios días con 12 cyclists de un club de Calgary que iban con furgoneta de apoyo, de una edad media de 50, y que nos sacaban horas todos los días. Cuando llegábamos a los albergues ya casi de noche ellos nos recibían con sopas y nocilla.

Hemos llegado a Lake Louise, dispuestos a ver mañana el partido de España ya en semifinales, que si no Antonio se muere, vestiremos las camisetas rojas del quechua y a animar a la selección.

Pierrot llega el sábado para pasar una semana con nosotros. Tendremos coche y será más fácil hacer más rutas a pie, si la nieve y los osos lo permiten.

Antonio y yo aún mantenemos muy buenas relaciones, una friega los platos, otro seca, ya sabéis, como en las buenas familias.

viernes, 6 de junio de 2008

Desde Seattle con amor I


16-Junio-2008

“This is America: everything is possible”, es lo que nos dice Pierrot todo el tiempo. Eso pensábamos y nada más llegar, arrastrándonos con el jetlag de tienda en tienda, nos pusimos a buscar bicis. Dada la cotización actual del dólar respecto al euro era buen momento para renovar las nuestras. Antonio ya tenía medio encargada la suya y fue más fácil. Pero yo no había ni decidido lo que quería. Tras dos días empleados en recorrer las principales tiendas de bicis de Seattle empezaba a desesperarme de no encontrar bicis de mi tamaño, las americanas son mas grandes que yo, hasta que finalmente he encontrado una con un ridículo cuadro de chica que permite ir en falda en la bici, por lo demás es bastante cómoda, así que ya estoy lista para hacer las Américas! En un par de días pasaremos a Canadá.

Antonio y yo todavía nos hablamos.