domingo, 10 de agosto de 2008

Desde Vancouver con amor


10-Julio-2008

Vancouver: dicen las encuestas que Canadá es el mejor país para vivir, y dicen las encuestas canadienses que Vancouver es la mejor ciudad para vivir en su país. Y yo, qué voy a decir... que esto es lo más cercano al paraíso que conozco. Aquí estoy, en el pequeño apartamento de Paul, piso 17 sobre el mar, veo el Pacifico, gaviotas, montañas, barcos enormes a la espera de entrar en el puerto y también veo ahí enfrente el bosque donde esta la Universidad donde trabajé. Por las tardes veo la puesta de sol con una copa de vino mientras hablo con Paul de los sitios que nos gustan. Paul es un neozelandes nacido en Holanda que conoció a Olivia, irlandesa, mientras ella viajaba por Nueva Zelanda camino de Vancouver, y la siguió hasta aquí por amor. Eso ocurrió hace más de 10 años. Después Olivia se fue a trabajar a los US y él se quedó porque no quiso abandonar el paraíso.

En el último mensaje estábamos en Banff. De ahí salimos con la ropa limpia pero encogida, porque pusimos la lavadora con agua caliente. A Antonio casi no le cabe la gorra, dice que así no la pierde en las bajadas, y mis camisetas ahora me llegan al ombligo. Tardamos tres días en atravesar en bici el Parque Nacional de Kootenay hasta el pueblo de Radium Hotsprings. Gran parte de este parque se quemó en un incendio en el 93 y aún se mantienen los árboles secos en pie, un paisaje curioso. Tuvimos algunas lluvias por las tardes, y grandes tormentas por las noches con relámpagos que iluminaban la tienda. El safari consistió en una alce con su cría, montones de ciervos, y por parte de Antonio un lobo y otro par de osos. Antes de llegar a Radium Antonio dejó los bultos y pedaleó de vuelta más de 100 Kms para recuperar el coche, mientras Pierrot y yo nos fuimos a las Hotsprings de Radium a pasar la tarde entre la piscina de agua caliente y la de agua fría. Merecido descanso para nuestras piernas.

Largo viaje de vuelta en coche a Vancouver, donde Paul nos recibió con su alegría y su saber estar. Pasamos un día recorriendo Vancouver en bici: compras en la tienda de montaña, Chinatown, Downtown, comida india... y por la tarde picnic en la playa con amigos con una preciosa puesta de sol.

Vuelta a la bici hacia la Sunshine Coast, la Costa del Sol como la llamamos nosotros, que es la costa al Norte de Vancouver. Llegamos en ferry, desde el que se ve como las montanas salen del mar, una pasada. Tras un par de días por allí el Estimado y yo nos separamos con abrazos, yo volví a Vancouver, la mitad del trayecto en bus, que aquí todos los buses tienen portabicis, una maravilla, y Antonio siguió costa del Sol arriba para pasar a la isla de Vancouver. El reencuentro será el Domingo o Lunes, que el martes volamos a Perú.

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